¿Qué tan preparada está tu empresa para aprovechar el valor de sus datos?

GS

El año pasado, SAC y Baker Tilly Panamá realizaron un estudio con el objetivo de responder una pregunta sencilla, pero poderosa: 

¿qué tan preparadas están las empresas para aprovechar la información como un recurso estratégico? 

En un mundo donde los datos son considerados “el nuevo petróleo”, no basta con acumular información. Lo verdaderamente importante es transformarla en decisiones ágiles, confiables y alineadas a la estrategia de negocio.

El estudio realizado por SAC y Baker Tilly revela un panorama claro: las organizaciones cada vez valoran más sus datos, pero aún tienen un largo camino por recorrer para gestionarlos de manera efectiva. Lo más interesante es que los retos no son exclusivos de grandes corporaciones, sino que también afectan a empresas medianas, hospitales, firmas legales, logísticas y muchos otros actores de la región.

La seguridad sigue siendo la principal preocupación. Siete de cada diez organizaciones ya designaron responsables y han tomado medidas básicas, pero más de un tercio carece de evaluaciones de riesgos y planes de continuidad, lo que refleja que la conciencia no siempre se traduce en capacidad real de respuesta. En paralelo, la cultura de datos muestra una brecha importante: aunque los directivos reconocen la información como un activo estratégico, más de la mitad de los equipos no está capacitado para gestionarla de forma adecuada.

Finalmente, la calidad de los datos y la creación de valor se consolidan como los mayores retos. Más del 60% de las organizaciones no cuenta con mecanismos para asegurar información confiable, lo que genera duplicidades y reportes inconsistentes. Y aunque la mayoría utiliza tableros de control, menos de la mitad tiene una estrategia clara para convertir esa información en decisiones que anticipen el futuro. La reflexión es inevitable: ¿tu empresa está realmente aprovechando los datos o solo los está acumulando?

Ahora bien, más allá de los números, el estudio revela situaciones muy concretas que se repiten en distintas organizaciones. Pensemos en una empresa que trabaja con varios sistemas: facturación, inventario, cliente; pero ninguno se comunica entre sí. El equipo dedica horas a exportar información en hojas de cálculo, tratando de armar una versión “única” de la realidad que nunca termina de cuadrar. El problema no es la falta de datos, sino la incapacidad de integrarlos. Este es un caso común que refleja la necesidad de fortalecer la arquitectura y los procesos de gestión de información.

Otro ejemplo es el de una clínica privada que desea implementar inteligencia artificial para anticipar la demanda de citas médicas. La idea es brillante, pero al revisar sus registros, se encuentra con duplicados, errores en los nombres de pacientes y campos vacíos. El sueño de la IA se convierte en una frustración porque la base no es confiable. Esto demuestra que no se puede construir innovación sobre información débil: primero se debe asegurar la calidad.

Finalmente, pensemos en una empresa de servicios que ya cuenta con dashboards que muestran indicadores comerciales, financieros y operativos. El problema es que los reportes terminan siendo solo un espejo del pasado. Los equipos pueden ver cuántas ventas se hicieron o cuántos reclamos entraron, pero carecen de un plan estratégico que convierta esa información en iniciativas de crecimiento. Se quedan en el “qué pasó” sin llegar al “qué viene” ni al “qué debemos hacer”.

Lo más importante es reconocer que estas situaciones no son fallas aisladas. El estudio lo deja claro: son realidades compartidas en muchas organizaciones, sin importar su tamaño o sector. Y esto, lejos de ser una mala noticia, es una oportunidad. Porque demuestra que no se trata de un camino que cada empresa recorre sola, sino de un reto común que puede enfrentarse con estrategias claras y pasos graduales.

Entonces, ¿qué se necesita para avanzar? El estudio señala tres prioridades fundamentales. Primero, fortalecer la seguridad, no solo con responsables designados, sino con planes de continuidad probados y evaluaciones periódicas. Segundo, invertir en cultura y talento, asegurando que cada persona entienda el valor de los datos y tenga las competencias para gestionarlos. Y tercero, establecer políticas de calidad y una estrategia de análisis que conecte la información con los objetivos del negocio.

En última instancia, el mensaje es claro: no basta con tener datos, hay que saber aprovecharlos. La información es valiosa solo si se convierte en conocimiento confiable que guía las decisiones. El verdadero reto para las organizaciones no es acumular más reportes o más sistemas, sino dar el salto hacia una gestión madura que permita innovar, anticiparse y crecer con solidez.

La buena noticia es que este camino ya está trazado. Conocer el nivel de madurez actual es el primer paso; a partir de allí, cada empresa puede definir una hoja de ruta para cerrar las brechas y fortalecer sus capacidades. El estudio de SAC y Baker Tilly demuestra que todas las organizaciones tienen espacio para mejorar, y que las oportunidades están al alcance.

Así que la reflexión final es inevitable: ¿qué tan preparada está tu empresa para pasar de tener datos a aprovecharlos como un verdadero motor de decisiones y crecimiento?

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